La 32 me cae y aún así no me veo bien. Pero deseo sentirme bien. Intentaré romper los espejos. Taparlos. O no mirarme. Intentaré forzarme para no estar ausente, para escuchar lo que me digan, para vivir sin mirar al infinito, mirando al presente.
Soy yo la que no quiere (o puede) tolerarse. Debería dejar de hacer caso a mi percepción. No es objetiva.
Escucho Philip Glass. Como coliflor y espinacas. Leo a Joan Rivière. Bebo leche de avena. Cumpliré 20 años y no soy capaz de afrontar las cosas reales. Me contradigo. Huyo. Escapo. No entiendo que estoy creciendo y no puedo refugiarme en psiquiátricos o estados pseudo-infantiles.